domingo, 30 de diciembre de 2012

Factores a tener en cuenta en la elección de una cama eléctrica


La recomendación de una cama eléctrica se basa en el nivel de independencia de la persona, en su tipo de patología y en las especificaciones técnicas de la cama. Es muy importante contar con las limitaciones que se presenten y su pronóstico a largo plazo, sobre todo en las enfermedades degenerativas. Una cama eléctrica totalmente ajustable puede ayudar de la siguiente manera:

  • Transferencias más sencillas al poder variar la altura de la cama.
  • Ayuda a conseguir  una postura más cómoda.
  • Al haber mayor número de cambios de posición, disminuyen los riesgos de padecer úlceras por presión.
  • Cambios de tumbado a sentado sin ayuda.
  • Utilizar las funciones de la cama para realizar actividades de la vida diaria, tales como vestirse, comer o llegar a determinados objetos.


Una cama eléctrica ayuda de una manera significativa al cuidador:

  • Ajuste de la cama a una altura óptima, proporcionando mayor comodidad y evitando el riesgo de lesiones por posiciones en flexión continuadas.
  • Reduce la necesidad por parte del paciente de las ayudas del cuidador, lo que redunda en la independencia del paciente encamado.


Antes de nada, es muy importante la verdadera necesidad de una cama eléctrica y si ésta se ajusta a las exigencias que la patología del paciente pueda demandar. Así pues, una vez llegados al punto de plantearse la compra de una cama eléctrica, el terapeuta ocupacional, el paciente y/o el cuidador tendrán en cuenta las siguientes especificaciones:

Altura mínima y máxima: Una persona con movilidad reducida hace mucho uso de la altura variable de la cama, tanto para transferencias como para los cuidados que reciba. El terapeuta ocupacional será el encargado de valorar los ajustes de altura de la cama para que se adapten de la mejor manera a las necesidades del paciente.

Anchura estándar: Para la mayoría de personas la anchura de 90 centímetros es la más adecuada, aunque como es lógico, las empresas ofrecen un amplio abanico de anchuras para así acomodarse a las necesidades de un mayor número de pacientes y sus particularidades. Como ejemplo, algunas personas con obesidad o espasticidad se ven incapaces de posicionarse correctamente en la cama mediante deslizamientos o levantamientos, pero sí lo pueden hacer rodando. Para este tipo de pacientes será más apropiado hacer uso de camas más anchas, aunque siempre teniendo en cuenta que no dificulte las maniobras del cuidador. No menos importante es valorar si el colchón que mejor se adapta a las necesidades del paciente existe en las medidas de anchura de dicha cama.

Longitud de la cama: Aquí se tendrá en cuenta la altura del paciente. Siempre se comprará una cama y su colchón con varios centímetros de más.

Ajuste del ángulo del cabecero de la cama: Dependerá, como no, de las necesidades del paciente. Una persona que realice actividades de la vida diaria en la cama necesitará una cama con un ajuste más vertical, aunque no se recomienda abusar de estas posturas por el riesgo de desarrollar úlceras por presión en glúteos y zona del coxis.

Soporte del colchón: Pueden ser con elementos elásticos o de plataforma sólida. Las camas con elementos elásticos sólo se recomiendan junto con colchones de muelles, mientras que los colchones antiescaras requieren camas con plataforma sólida.

Control remoto: Como es lógico, la práctica totalidad de las camas eléctricas presentes en el mercado poseen un mando de control remoto. Estos mandos pueden estar conectados mediante cable o ser inalámbricos, siendo de especial interés su fácil acceso y posicionamiento. También es importante valorar el tamaño y forma de los botones, así como la presión que sea necesaria para hacerlos funcionar.

Otros equipamientos: Las personas que hacen uso de camas eléctricas normalmente también usan otros dispositivos como sillas de ruedas, mesitas de cama, elevadores, barras de apoyo, trapecios, o dispositivos de posicionamiento, entre otros. Es de vital importancia que la cama que se vaya a elegir sea totalmente compatible con dichas ayudas técnicas, sin que por ello se vea comprometida la seguridad y la independencia del paciente y/o el cuidador.

A modo de conclusión podemos decir que el uso adecuado de una cama eléctrica puede aumentar la independencia del paciente y facilitar su cuidado. Los terapeutas ocupacionales, a la hora de recomendarlas, debemos tener en cuenta las características que hemos ido citando a lo largo del artículo para adecuarlas a las necesidades de la persona que requiere su uso. Si existe la posibilidad, lo ideal sería hacer uso de la cama durante un período de prueba y así asegurar la elección de la cama más apropiada sin hacer un desembolso económico erróneo.


Grupo 1

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