La recomendación de una cama eléctrica se basa en el nivel de
independencia de la persona, en su tipo de patología y en las especificaciones
técnicas de la cama. Es muy importante contar con las limitaciones que se presenten y su pronóstico a largo plazo, sobre todo en las enfermedades
degenerativas. Una cama eléctrica totalmente ajustable puede ayudar de la
siguiente manera:
- Transferencias más sencillas al poder variar la altura de la cama.
- Ayuda a conseguir una postura más cómoda.
- Al haber mayor número de cambios de posición, disminuyen los riesgos de padecer úlceras por presión.
- Cambios de tumbado a sentado sin ayuda.
- Utilizar las funciones de la cama para realizar actividades de la vida diaria, tales como vestirse, comer o llegar a determinados objetos.
Una cama eléctrica ayuda de una manera significativa al
cuidador:
- Ajuste de la cama a una altura óptima, proporcionando mayor comodidad y evitando el riesgo de lesiones por posiciones en flexión continuadas.
- Reduce la necesidad por parte del paciente de las ayudas del cuidador, lo que redunda en la independencia del paciente encamado.
Antes de nada, es muy importante la verdadera necesidad de
una cama eléctrica y si ésta se ajusta a las exigencias que la patología del
paciente pueda demandar. Así pues, una vez llegados al punto de plantearse la
compra de una cama eléctrica, el terapeuta ocupacional, el paciente y/o el
cuidador tendrán en cuenta las siguientes especificaciones:
Altura mínima y máxima: Una persona con movilidad reducida hace mucho uso de la
altura variable de la cama, tanto para transferencias como para los cuidados
que reciba. El terapeuta ocupacional será el encargado de valorar los ajustes
de altura de la cama para que se adapten de la mejor manera a las necesidades
del paciente.
Anchura estándar: Para la mayoría de personas la anchura de 90 centímetros es
la más adecuada, aunque como es lógico, las empresas ofrecen un amplio abanico
de anchuras para así acomodarse a las necesidades de un mayor número de
pacientes y sus particularidades. Como ejemplo, algunas personas con obesidad o
espasticidad se ven incapaces de posicionarse correctamente en la cama mediante
deslizamientos o levantamientos, pero sí lo pueden hacer rodando. Para este
tipo de pacientes será más apropiado hacer uso de camas más anchas, aunque
siempre teniendo en cuenta que no dificulte las maniobras del cuidador. No
menos importante es valorar si el colchón que mejor se adapta a las necesidades
del paciente existe en las medidas de anchura de dicha cama.
Longitud de la cama: Aquí se tendrá en cuenta la altura del paciente. Siempre se
comprará una cama y su colchón con varios centímetros de más.
Ajuste del ángulo del cabecero de la cama: Dependerá, como no, de las
necesidades del paciente. Una persona que realice actividades de la vida diaria
en la cama necesitará una cama con un ajuste más vertical, aunque no se
recomienda abusar de estas posturas por el riesgo de desarrollar úlceras por
presión en glúteos y zona del coxis.
Soporte del colchón: Pueden ser con elementos elásticos o de plataforma sólida.
Las camas con elementos elásticos sólo se recomiendan junto con colchones de
muelles, mientras que los colchones antiescaras requieren camas con plataforma
sólida.
Control remoto: Como es lógico, la práctica totalidad de las camas
eléctricas presentes en el mercado poseen un mando de control remoto. Estos
mandos pueden estar conectados mediante cable o ser inalámbricos, siendo de
especial interés su fácil acceso y posicionamiento. También es importante
valorar el tamaño y forma de los botones, así como la presión que sea necesaria
para hacerlos funcionar.
Otros equipamientos: Las personas que hacen uso de camas eléctricas normalmente
también usan otros dispositivos como sillas de ruedas, mesitas de cama,
elevadores, barras de apoyo, trapecios, o dispositivos de posicionamiento,
entre otros. Es de vital importancia que la cama que se vaya a elegir sea
totalmente compatible con dichas ayudas técnicas, sin que por ello se vea
comprometida la seguridad y la independencia del paciente y/o el cuidador.
A modo de conclusión podemos decir que el uso adecuado de una
cama eléctrica puede aumentar la independencia del paciente y facilitar su
cuidado. Los terapeutas ocupacionales, a la hora de recomendarlas, debemos tener
en cuenta las características que hemos ido citando a lo largo del artículo
para adecuarlas a las necesidades de la persona que requiere su uso. Si existe
la posibilidad, lo ideal sería hacer uso de la cama durante un período de
prueba y así asegurar la elección de la cama más apropiada sin hacer un
desembolso económico erróneo.
Grupo 1
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