La
sustitución de los veteranos trenes UT 446 por los modernos Civia llevada a
cabo por Renfe durante 2009 permitió a la línea del Cercanías Málaga-Fuengirola
dar un salto de calidad en cuanto a capacidad, velocidad, confort y sobre todo,
accesibilidad, ya que los convoyes están plenamente adaptados para personas con
problemas de movilidad. El vagón central dispone de una rampa que se despliega
de forma automática con la apertura de puertas, un baño adaptado y dos plazas
especialmente diseñadas, con anclajes para la silla de ruedas y cinturón de
seguridad. Con la reciente remodelación de la estación Málaga-Centro, quien
elija el tren para desplazarse hasta Fuengirola tiene plenas garantías de que
no se topará con ninguna barrera arquitectónica.
Otra cosa
bien distinta es si su destino es el centro de Torremolinos. La estación se convierte cada día en un calvario
para discapacitados y personas mayores, pero también para quienes llevan un
carrito de bebé e incluso para los turistas cargados de maletas que utilizan el
enlace con el aeropuerto o el AVE.
Tercermundista
Más difícil
lo tienen las personas con movilidad reducida en la estación central de
Torremolinos, la única completamente inaccesible pese a la media de 6.200
pasajeros que registra cada día. Lo primero que se encuentran para acceder a
las instalaciones situadas en la popular plaza de La Nogalera es una
impresionante escalera. Justo al lado hay una mecánica, pero como es la única
siempre está operativa en sentido ascendente. No hay ascensor, así que a Jorge
Vega, que lleva dos semanas con la pierna escayolada, no le queda otra que
armarse de paciencia, agarrar fuerte las muletas y bajar con sumo cuidado los
escalones. «Esto es tercermundista», se queja este joven. Si se dirigiera hacia
Fuengirola, ahí acabaría la carrera de obstáculos; pero no, va a Málaga a arreglar
unos papeles, así que para llegar al andén, tiene que volver a bajar otras
escaleras, atravesar un túnel por debajo de las vías y volver a subir otro
tramo de peldaños. «Se gastan miles de euros en cambiar los tornos pero no
piensan que alguien en silla de ruedas no puede coger un tren en pleno siglo
XXI», recalca indignado. Máxime, teniendo en cuenta que la C-1 es una de las
líneas de corta distancia más rentables del país.
Afortunadamente,
Diana Ruiz no tiene ningún problema físico, pero como usuaria diaria (trabaja
en Fuengirola) sí que es conocedora de las dificultades que padecen numerosos
viajeros en la estación del centro de Torremolinos. «Ya he puesto varias
quejas, pero la verdad es que no han servido para nada. El otro día tuve que
ayudar a un matrimonio de ancianos porque no podían con una maleta, y también
me ha pasado lo mismo con madres que van con cochecitos», afirma.
Algunos
colectivos de la ciudad han llegado a recoger firmas y el propio Ayuntamiento
ha aprobado en tres ocasiones sendas mociones en las que se exige al Gobierno
la mejora de las instalaciones, pero con escaso resultado. El Ministerio de
Fomento lleva años dando respuesta a su compromiso de eliminar las barreras
arquitectónicas en todos los apeaderos de la línea C-1, pero en el caso de
Torremolinos se está demorando más de lo previsto.
Actualmente,
Fomento baraja dos proyectos alternativos. El que más gusta, también el más
ambicioso, contempla una remodelación integral de la estación con ascensores y
escaleras mecánicas y que afectaría a la plaza de La Nogalera. El otro, más
modesto, se limita a la creación de dos elevadores desde los andenes hasta el
exterior. La intención de la Administración central es consensuar la elección
con la municipal, aunque de momento aún no hay ninguna reunión a la vista.
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