sábado, 24 de enero de 2015

LA ACCESIBILIDAD DEL CERCANÍAS DEJA MUCHO QUE DESEAR EN LA COSTA



La sustitución de los veteranos trenes UT 446 por los modernos Civia llevada a cabo por Renfe durante 2009 permitió a la línea del Cercanías Málaga-Fuengirola dar un salto de calidad en cuanto a capacidad, velocidad, confort y sobre todo, accesibilidad, ya que los convoyes están plenamente adaptados para personas con problemas de movilidad. El vagón central dispone de una rampa que se despliega de forma automática con la apertura de puertas, un baño adaptado y dos plazas especialmente diseñadas, con anclajes para la silla de ruedas y cinturón de seguridad. Con la reciente remodelación de la estación Málaga-Centro, quien elija el tren para desplazarse hasta Fuengirola tiene plenas garantías de que no se topará con ninguna barrera arquitectónica.

Otra cosa bien distinta es si su destino es el centro de Torremolinos. La  estación se convierte cada día en un calvario para discapacitados y personas mayores, pero también para quienes llevan un carrito de bebé e incluso para los turistas cargados de maletas que utilizan el enlace con el aeropuerto o el AVE. 

Tercermundista 

Más difícil lo tienen las personas con movilidad reducida en la estación central de Torremolinos, la única completamente inaccesible pese a la media de 6.200 pasajeros que registra cada día. Lo primero que se encuentran para acceder a las instalaciones situadas en la popular plaza de La Nogalera es una impresionante escalera. Justo al lado hay una mecánica, pero como es la única siempre está operativa en sentido ascendente. No hay ascensor, así que a Jorge Vega, que lleva dos semanas con la pierna escayolada, no le queda otra que armarse de paciencia, agarrar fuerte las muletas y bajar con sumo cuidado los escalones. «Esto es tercermundista», se queja este joven. Si se dirigiera hacia Fuengirola, ahí acabaría la carrera de obstáculos; pero no, va a Málaga a arreglar unos papeles, así que para llegar al andén, tiene que volver a bajar otras escaleras, atravesar un túnel por debajo de las vías y volver a subir otro tramo de peldaños. «Se gastan miles de euros en cambiar los tornos pero no piensan que alguien en silla de ruedas no puede coger un tren en pleno siglo XXI», recalca indignado. Máxime, teniendo en cuenta que la C-1 es una de las líneas de corta distancia más rentables del país. 
Afortunadamente, Diana Ruiz no tiene ningún problema físico, pero como usuaria diaria (trabaja en Fuengirola) sí que es conocedora de las dificultades que padecen numerosos viajeros en la estación del centro de Torremolinos. «Ya he puesto varias quejas, pero la verdad es que no han servido para nada. El otro día tuve que ayudar a un matrimonio de ancianos porque no podían con una maleta, y también me ha pasado lo mismo con madres que van con cochecitos», afirma.

Algunos colectivos de la ciudad han llegado a recoger firmas y el propio Ayuntamiento ha aprobado en tres ocasiones sendas mociones en las que se exige al Gobierno la mejora de las instalaciones, pero con escaso resultado. El Ministerio de Fomento lleva años dando respuesta a su compromiso de eliminar las barreras arquitectónicas en todos los apeaderos de la línea C-1, pero en el caso de Torremolinos se está demorando más de lo previsto. 
Actualmente, Fomento baraja dos proyectos alternativos. El que más gusta, también el más ambicioso, contempla una remodelación integral de la estación con ascensores y escaleras mecánicas y que afectaría a la plaza de La Nogalera. El otro, más modesto, se limita a la creación de dos elevadores desde los andenes hasta el exterior. La intención de la Administración central es consensuar la elección con la municipal, aunque de momento aún no hay ninguna reunión a la vista.
 


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